Hay personas que son extremadamente sociables, tienen una capacidad natural para hacer contacto con otros y entablar conversaciones, o simplemente saludar por darle un chispazo al momento.
Son más hábiles que el promedio para sortear los obstáculos que las personas han creado con su carácter.
En un instante ya dijeron, o hicieron lo correcto para iniciar una plática, ó un gesto amable de cortesía que podrá ser el comienzo de una charla en el futuro.
Con un don sorprendente entienden la naturaleza humana, y cómo fluyen las emociones que abren el alma.
Crean el vínculo correcto en el momento preciso.
Creo que todos conocemos gente así en el plano personal, los distinguimos fácilmente, y como mencionaba, los recordamos con agrado. Si por casualidad nos los encontramos en una reunión o un momento similar, buscaríamos estar cerca, disfrutar de su compañía y la atmósfera que generan.
Similarmente en el mundo digital, hay personas y marcas que saben usar plataformas como Instagram, Facebook, Tiktok, YouTube o de mensajería, como WhatsApp. Encuentran su camino hacia la gente, sus mensajes son interesantes, divertidos, retadores…
En ADmira frecuentemente estamos en redes, es parte de lo que hacemos, y encontramos, al igual en el universo digital, empresas y personas que fluyen con su audiencia, donde hay un vaivén de información e interés, conversaciones que crean vínculos y establecen con suerte una relación de negocios.
Las herramientas digitales tienen su lógica y su lenguaje, tal como los grupos de gente, sus formas propias de interactuar, su slang, sus propios signos y ritmos que fortalecen la camaradería y crean una atmósfera fraterna.
Y para tener éxito hay que saber usarlos.
Todos nos encontramos a diario posts directos e insípidos queriendo vender. Faltos de chispa, torpes y atrevidos. Sin querer ser interesante de alguna manera, solo vender, vender, vender.
Las navegantes de la red nos hemos transformado, sabemos detectar con mayor precisión al vendedor vulgar, al que no le interesamos, al que le importa el cierre de venta, no tanto la persona.
Y ante eso reaccionamos digitalmente con nuestro desprecio: lo anulamos, lo bloqueamos, lo borramos, nos damos de baja, lo dejamos de seguir. Algo que lo aleje de nuestros canales, de nuestra vista, para siempre.
Mantener la atención de los cibernautas actualmente es un reto, porque hay que llamar la atención siendo interesante, útil, divertido…
Ahora bien, no todas las fórmulas sirven, no todos los estilos funcionan, sino que cada marca, cada persona, tiene que entender cuál es su audiencia y cuál es la mejor manera de comunicarse.
Y frecuentemente es una cuestión de prueba error, no siempre a la primera se encuentra el tono, estilo gráfico, temas, frecuencia de publicación, cuál plataforma usar, etc.
La hiperconexión nos ofrece grandes ventajas. Acceso casi instantáneo a la información y la posibilidad de tener nuestros propios canales de comunicación, a una audiencia o de persona a persona.
La distancia, en mi concepción está en la mente, en tratar de entender esta lógica, la digital, y hacer buen uso de ella. No esperar que funcione como en otros mundos, más tradicionales, de la vida.
Porque las redes sociales pueden hacer más notorios factores como la falta de maestría al manejarlas, y eso genera un efecto contraproducente.
En mi visión, el reto para gran parte de los emprendedores y empresas ya consolidadas es adentrarse a ese universo digital y aprender a gestionar algunas de sus herramientas de tal forma que generen posibilidades de conexión interpersonal o de negocios.
Es comprensible, es complejo, son muchos los factores que hay que considerar así como las habilidades que hay que tener como investigación, redacción, diseño, analiticos de cada plataforma.
Pero considere que ese es la tendencia que nos envuelve, y no hacerlo lo que nos asegura es no pertenecer al universo digital.